viernes, 26 de marzo de 2010

DE ESCRIBIR Y DE EMOCIONAR

Hace como cosa de un año, unos amigos anunciaron que se casaban en Marzo de 2010, junto a su anuncio iba la habitual y consabida invitación de palabra a la que tiempo después seguiría la de mano. Hasta ahí, todo más o menos protocolario, pero lo que se salió del guión más usual fue acompañar a todo ello de una desiderata: nos gustaría que alguien escribiera y leyera en la boda...
Si la memoria no me traiciona, en aquel momento, además de la pareja del enlace, estábamos 3 amigas más, contándome a mi, con lo cual aquella desiderata no iba dirigida a nadie en concreto, pero una dijo "no" enseguida, la otra calló y yo hablé a medias: "bueno, yo puedo ponerme a ello, pero no prometo nada....y lo de leer menos aún..."
Después de aquel momento, la boda aún se veía lejana en el tiempo y una se fue despreocupando del tema, mientras seguía con su vida (que no es moco de pavo....)...Pero, de pronto un buen día, aún con meses de antelación al feliz día del "acto de matrimoniarse", una se acuerda de que igual se "medio" había comprometido a escribir algo para aquella pareja ...y empieza una a agobiarse un poco...
La razón del agobio era bien simple: daba una "suerte de pereza imaginativa" ponerse a escribir con una fecha marcada.Así que ante el temor de que a una se le echara la fecha encima sin haberse sacudido la pereza, había que mantener "el 20 de Marzo de 2010" muy presente en el día a día; cómo? Pues, poniendo en el móvil un toque diario que recordara esa obligación para ese día..
Puede resultar absurdo, pero a veces funcionamos así, y el caso es que yo durante bastante tiempo (no confesaré nunca cuánto....), he tenido una alarma que diariamente me ha recordado que el día D llegaría..., de hecho, por puro despiste, también diré que esa alarma solo la quité días después de que la boda se celebrara...Era un recordatorio al que, si en algún momento se me ocurría algo para poder escribir, se lo iba añadiendo, para que cuando sacara voluntad de ponerme a escribir no se me olvidaran las ideas...

Y yo seguí con mi vida...pero con una alarma diaria...

Un día ya más cercano al enlace, la propia novia, quería asegurarse de que su desiderata iba a ser cumplida, así que me preguntó por el tema, yo le dije "sí, cuenta con ello, incluso con la lectura y todo porque si lo escribo yo, quién lo va a leer si no?"; el compromiso ya estaba sellado, entonces. En definitiva, que la cercanía de la boda, la llamada de la novia y una alarma contribuyeron a que me quitara la "pereza imaginativa" y me sentara a escribir de una vez por todas..
Y lo cierto es que, una vez que me puse a ello, sin necesidad de recurrir a mis anotaciones acumuladas en el móvil, las palabras salieron de corrido, como quien le da al "play" y se oye el CD de música que te apetece escuchar en un momento dado. A la primera palabra, le seguía la otra, a una idea, le seguía la siguiente y así hasta tener un par de páginas producidas sin ningún tipo de interrupción, "negro sobre blanco listo para clamar a los cuatro vientos ipso facto"....
Después de las correcciones pertinentes y los "pre-prints" enviados a algún que otro amigo con derecho a opinar, la siguiente preocupación era la de ser capaz de leer mis propias palabras ante un auditorio de número incierto de amigos, conocidos y desconocidos. Y para esto no había alarma de móvil que usar, no había "triquiñuela exterior" para hacer pasar el trance más fácilmente, todo lo que pudiera servir para superar la situación tenía que venir de dentro, de mí misma...
Así que me imaginaba a mí leyendo en un espacio imaginario, en el que todo el mundo, incluidos los novios, estaban frente a mí; yo me imaginaba qué tipo de reacciones podrían tener la mayoría de las personas y, de hecho, había algunas que no solo me imaginaba, sino que también deseaba, y yo me mentalizaba para ser fuerte, para ser capaz de seguir leyendo después de las risas y sonrisas de la gente, incluso, después de ver caras de somnolencia, aburrimiento y hasta de desagrado...
Y el día de la boda llegó, y el espacio no era como me lo había imaginado (lógico, pues nunca había estado allí...), la gente no estaba distribuida como yo lo había supuesto (los novios no estaban frente a mí, estaban a mi lado...) y había una reacción para la que no me había mentalizado, no me había preparado para ser capaz de seguir leyendo después de ver a la novia "lagrimear"!!!!Que alguien llore en una boda debe ser tan rutinario como comer pan, pero yo no había pensado que lo que yo había escrito fuera a provocar lágrimas, una evidencia que se me escapó y que hizo que durante unos segundos interminables pensara de una manera totalmente contradictoria "he escrito estas palabras con mucho cariño hacia los novios, pero ahora mismo me los comería".

Lógicamente no fue así, lo que comí fue una sucesión de exquisiteces culinarias del menú nupcial bastante más "digestivas"...