domingo, 11 de octubre de 2009

NOSTALGIA DE GRIPE


Hay ciudades que proyectan una imagen sobre sí mismas que atrae al visitante que, una vez en sus calles, a poco emotivo que sea, no hace más que corroborar e, inlcuso, alimentar aún más, si cabe. Una de esas ciudades es Lisboa, urbe que proyecta de sí misma un aire de decadencia paradójicamente muy atrayente. Aún sondeando superficialmente entre lecturas sobre Lisboa o Portugal en general, uno en seguida tendrá noticia de lo que los portugueses llaman saudade, palabra comodín con la que definen una tristeza, una nostalgia y tantas otras cosas tan personales que hacen harto difícil atrapar esa dichosa saudade. Sin embargo, ésta mucho tendrá que ver en la imagen que Lisboa ofrece de cara al mundo.
Si uno tiene, además, ocasión de ser algo más que un mero visitante de Lisboa o de cualquier otro lugar portugués, podrá ver que hay mucho luso que vive a ritmo de saudade. Pero, es la saudade algo que se contagia como si de una gripe se tratara? A preguntas absurdas, respuestas variopintas habrá que suponer.. porque habrá que pensar que todo dependerá de cada cual, de su capacidad para emocionarse, de su facilidad para mimetizarse con su entorno, etc.
Pero lo más curioso de todo es darse cuenta de que sin moverse uno de este lado de la frontera, puede encontrarse con verdaderos saudadistas que no son portugueses y no lo fueron nunca, me refiero a ese tipo de personas que vete tú a saber por qué razón, miden su nivel de "amor" en función de lo mucho que lo añoran en la distancia, pero casi omitiéndolo cuando lo tienen delante, prefiriendo ser enfermos de "amor" a vivir el "amor".
He de decir que soy una de esas personas atrapadas por el pais de los portugueses, pero que dá gracias a Dios (con perdón...) de no haber sufrido contagio alguno de saudade, ni de gripe de ningún tipo. La única saudade que padecemos los que caminamos placenteramente por las ruas lusas es la que nos invade cuando lo hacemos en el sentido de retorno a nuestros espacios habitados, es una saudade que sentimos en la distancia y que nos sirve de excusa para volver a un lugar concreto que tanto puede ser portugués, como no, ya que todo lugar es saudadizable...
Todo es saudadizable, a excepción de un nosotros dos.

miércoles, 7 de octubre de 2009

LA CARTERA

Desde que los elementos químicos se combinaran para elaborarla, su destino establecido eran los estantes de las tiendas. Desde que el diseñador de turno la ideara con la tabla de los elementos químicos, su fín era llamar la atención para a cambio de unos euros ir de aquí para allá con su dueñ@. Lo que viniera a partir de ese momento es lo único que no estaba escrito, cúal sería su rumbo era algo totalmente incierto. Cual sería la historia de aquella cartera?...



Cuando él entró en la tienda pensó que aquella cartera iba con él, cómo no iba a ser así, si la tabla de los símbolos químicos era la base de su profesión?...



Era una mochila azul con un apartado más pequeño en la parte inferior. Una mochila sencilla a las espaldas de un chico sencillo que iba distraído, escuchando su música. Abrir la cremallera de la parte inferior de aquella mochila, aprovechándose de la distracción del chaval era tarea harto fácil. Así que la abrió, metió la mano y se llevó la plata y los billetes. Se llevó el oro y las monedas. Se llevó el cobre y las tarjetas de crédito. Se llevó el bronce y los carnets. Se llevó la tabla de los elementos químicos y todos los elementos hechos de diversas aleaciones químicas que aquél chaval sencillo y despistado llevaba en su mochicla azul...Y mientras él se llevaba un mal rato, aquel ratero cambiaba el rumbo de aquella cartera química...



Ella camina sin rumbo por una ciudad que conoce a medias. Caminar sin rumbo siempre había sido placentero, pero aquella mañana no lo era. Dónde ir? Miró a su alrededor y dos opciones aparecieron frente a ella: evadirse ante los sempiternos cuadros de un museo o perderse entre el gentío y los gritos de unos sindicalistas en plena manifestación...Combinación de rumbos discordantes...

En otros tiempos ella se hubiese refugiado entre las salas del museo, aunque en sus ensoñaciones se hubiese puesto a gritar proclamas reivindicativas con los manifestantes, pero hoy...hoy encontró otro rumbo: buscar una cartera que ocupara, aunque solo fuera un poquito, el vacío que había dejado en la mochila azul de aquel chaval despistado, la mano del ladronzuelo que se llevó el oro y el moro...Por un momento sintió curiosidad por el rumbo que le habría dado aquel mangante a la cartera química, pero después se dijo: "qué demonios! Ojalá tenga una sobredosis de sulfuro.!