miércoles, 7 de octubre de 2009

LA CARTERA

Desde que los elementos químicos se combinaran para elaborarla, su destino establecido eran los estantes de las tiendas. Desde que el diseñador de turno la ideara con la tabla de los elementos químicos, su fín era llamar la atención para a cambio de unos euros ir de aquí para allá con su dueñ@. Lo que viniera a partir de ese momento es lo único que no estaba escrito, cúal sería su rumbo era algo totalmente incierto. Cual sería la historia de aquella cartera?...



Cuando él entró en la tienda pensó que aquella cartera iba con él, cómo no iba a ser así, si la tabla de los símbolos químicos era la base de su profesión?...



Era una mochila azul con un apartado más pequeño en la parte inferior. Una mochila sencilla a las espaldas de un chico sencillo que iba distraído, escuchando su música. Abrir la cremallera de la parte inferior de aquella mochila, aprovechándose de la distracción del chaval era tarea harto fácil. Así que la abrió, metió la mano y se llevó la plata y los billetes. Se llevó el oro y las monedas. Se llevó el cobre y las tarjetas de crédito. Se llevó el bronce y los carnets. Se llevó la tabla de los elementos químicos y todos los elementos hechos de diversas aleaciones químicas que aquél chaval sencillo y despistado llevaba en su mochicla azul...Y mientras él se llevaba un mal rato, aquel ratero cambiaba el rumbo de aquella cartera química...



Ella camina sin rumbo por una ciudad que conoce a medias. Caminar sin rumbo siempre había sido placentero, pero aquella mañana no lo era. Dónde ir? Miró a su alrededor y dos opciones aparecieron frente a ella: evadirse ante los sempiternos cuadros de un museo o perderse entre el gentío y los gritos de unos sindicalistas en plena manifestación...Combinación de rumbos discordantes...

En otros tiempos ella se hubiese refugiado entre las salas del museo, aunque en sus ensoñaciones se hubiese puesto a gritar proclamas reivindicativas con los manifestantes, pero hoy...hoy encontró otro rumbo: buscar una cartera que ocupara, aunque solo fuera un poquito, el vacío que había dejado en la mochila azul de aquel chaval despistado, la mano del ladronzuelo que se llevó el oro y el moro...Por un momento sintió curiosidad por el rumbo que le habría dado aquel mangante a la cartera química, pero después se dijo: "qué demonios! Ojalá tenga una sobredosis de sulfuro.!