domingo, 25 de diciembre de 2011

EL ABREFÁCIL

          Creo que ha quedado ya un poco claro hasta qué punto llega mi espíritu navideño. Como todos sabéis, hoy es "25 de diciembre fun, fun, fun", así que todavía quedan varios capítulos por vivir en las presentes navidades. El que nos toca en una semana, ni más, ni menos, es el relativo a la Nochevieja y el día de Año Nuevo, dos jornadas que, independientemente de todo lo que puedan tener también de debatible, a mí personalmente me resultan más cómodas de felicitar, desear y celebrar por la sencilla razón de que carecen de esa carga religiosa que tienen la Nochebuena y la Navidad. 
        Es cierto que no dejamos de estar celebrando un fin de año que lo mismo podría tener lugar en otra fecha del calendario, pero que por conveniencia, alguien ha decidido ubicar en cada uno de los "31 de diciembres" de cada año, pero el quid de la cuestión está al fin y al cabo en lo que estos dos días representan, es decir, un final y un comienzo.
         ¿ Cuántos finales y comienzos acumulamos a lo largo de nuestras vidas en sus diferentes aspectos? Si nos paramos a pensar en ello seguro que descubrimos unos cuantos y hasta es probable que alguno se nos quede en el tintero: finales académicos que dan paso a otros estudios o no, finales laborales que dan pie a otros trabajos o no (y más aún en los tiempos que corren...), cambios de residencia que sin darse uno cuenta simbolizan cierres de etapas vivenciales más personales, relaciones de amistad o sentimentales que acaban, etc.
         Parece que la dinámica más natural es esa, la de cerrar y abrir, pero el hecho de ser protagonistas de ese ritmo parece que nos hace ignorarlo (a lo sumo vemos la ajena...), solo la vemos a toro pasado, de ahí que, salvo excepciones, suelen ser finales y comienzos que raramente celebramos, o cuando menos, no festejamos en el momento en el que ocurren, si no tiempo después. 
       Pero es necesario que al menos en algún momento de nuestras vidas, seamos conscientes de esos ciclos, y poner una fecha en el calendario que simboliza todo eso es la manera más sencilla de recordarnos que el universo será infinito, pero que nuestras vidas no lo son, que las vivencias que hay dentro de cada vida tampoco lo son, que lo único que nunca acaba es el cambio...
     Una podría vivir sin esa fecha marcada en el calendario, pero lo cierto es que está y que nos arrastra inevitablemente, así que lo mejor que se puede hacer es disfrutarla como cada uno mejor pueda. Sin embargo, no puedo evitar reconocer que cuando una es consciente de que este fin de año coincide con el final de una etapa personal, creo que se traduce en que para una todas estas celebraciones de fin de año tengan más sentido y que tenga mucha más ilusión por festejar y por desear que los demás también lo hagan, por eso, de esta pesada manera mía, os deseo que acabéis bien todo lo que tengáis que acabar y que los comienzos que os esperan en vuestras vidas sean muy ilusionantes.

A LA PORRA CON EL 2011 Y MÁS ALLÁ Y VIA EL 2012 Y MUCHO MÁS ALLÁ TODAVÍA!

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