jueves, 5 de enero de 2012

PLANES EXTRAÑOS

           La hora de salida prevista eran las 6 de la tarde y nuestras intenciones eran las de ir a ver a  los Reyes Magos desde el punto de partida de su periplo por el pueblo que estaba situado en un caserío, una vivienda tradicional ubicada a las afueras, carretera abajo. Esto ya me daba a mí qué pensar...porque.. si el villancico dice que los reyes venían por los arenales, por estos lares la arena o está escondida bajo el asfalto o todo esto es muy sospechoso...
            El xirimiri tan habitual en estas tierras del norte, sin embargo, se iba a convertir en el incordio que nos iba a hacer cambiar de planes, es decir, que en vez de bajar hasta la otra punta del pueblo, tuvimos que quedarnos más arriba, al resguardo de paraguas y de la cornisa de la Caja de ahorros (buen lugar para estar a buen recaudo en todos los sentidos..). Y, claro, los reyes han salido puntuales, pero para cuando han llegado hasta el punto donde estábamos nosotros, ha pasado cerca de una hora más o menos. Una hora que, a falta de las típicas palomitas pasarratos, hemos amenizado viendo pasar gente desconocida, saludando a conocidos y jugando con el niño de cuatro años que estaba con nosotros, protagonista absoluto de este plan de ir a ver a los Reyes Magos.
             Ese niño de cuatro años es mi sobrino y doy fe de que lo que he visto no era su ilusión infantil por ver a los 3 personajes que, si se porta bien y se va pronto a la cama, mañana le colmarán de regalos. Era algo más que eso, era un niño que bailaba sin música de pura alegría, y también gritaba, vaya que sí que gritaba..
           Y tras esa larga hora, por fín han aparecido los 3 grandes esperados al final de la calle, bajo una constante lluvia de agua y de caramelos que ellos mismos iban tirando para añadir todavía más entusiasmo a su baño de masas. 
          Y ahora sí que bailaba mi sobrino al son de la música, al son de las melodías que tocaba una txaranga, un soniquete que por estas tierras acompaña a todas las fiestas tradicionales y que, por estar siempre presente, tendemos a no escuchar con atención. Pero en un momento en que he aguzado algo más el oído he descubierto que los músicos han pasado de la melodía de un villancico euskaldun dedicado al Olentzero (personaje que ya nos trajo sus regalos en Nochebuena..), a la que se canta cuando se celebran los cumpleaños y pasando por la escalera que cantan los mozos y mozas 7 meses antes de los sanfermines pamplonicas..., cosa que si menciono aquí es porque me ha dejado bastante sorprendida...
          Cuando han pasado los 3 reyes y todo su séquito de pajes y antorcheros nos hemos puesto a la cola, siguiéndolos hasta la plaza del ayuntamiento desde cuya balconada suelen hacer sus ilustrísimas el tradicional discurso de felicitación, también repleto de consejos dirijidos a los niños y niñas para que reciban muchos regalos. 
          En ese tramo final del peregrinaje de sus majestades, hemos tenido que sortear alguna que otra supermina de caballo, tan olorosa que era innegable que era fresca como el pescado en la lonja a las 5 de la mañana, ¿será por esto que mi sobrino va a tener algo de razón al llevar todo un día empeñado en decir que no se dice   cabalgata (de cabalgar sobre el caballo, como es de suponer), sino cagalbata (¿de cagar?...con perdón..)

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